miércoles, 5 de enero de 2011

Matar al mensajero



Antiguamente era conocido que los mensajeros exponían sus vidas cuando las noticias que transmitian a los poderosos eran infortunadas. Muchas crónicas y obras literarias dan testimonio de ello: grandes promesas si las nuevas que traen son las que se esperan ansiosamente o azotes, torturas y muertes en caso contrario.
Actualmente matar al mensajero no pasa de ser una frase hecha que alude a la acusación a una persona que da una mala noticia de ser el origen o la causa de los males que cuenta. Algo que hoy en podría aplicarse a una parte de la sociedad de América Latina, que decide matar al mensajero para esconder una realidad que duele más que la muerte de un “contador de historias”.

Sudamérica fue la zona más peligrosa para los periodistas en el 2010con 35 asesinatos de los 105 ocurridos. México registró 14 crímenes de periodistas que investigaban las mafias de la droga. El segundo país más peligroso fue Honduras, con nueve periodistas asesinados. Colombia se encuentra séptimo con cuatro muertes, igual que Brasil y Nigeria, dos menos que Filipinas y uno menos que Rusia.

La vida loca, el documental que realizó el documentalista Christian Poveda sobre las pandillas juveniles de El Salvador y que finalmente acabaron con su vida es un ejemplo del peligro al que se expone el periodista hoy. Durante dieciséis meses de filmación un barrio salvadoreño Poveda y un técnico de sonido como únicos miembros del equipo siguieron la vida de los " miembros de la "mara 18"y su terrible cotidianeidad tatuada con ajustes de cuentas y con la violencia como principal elemento de cohesión social.

Poveda entendía a las "maras" como "víctimas del sistema", hijos de la violencia heredada de las pandillas salvadoreñas . Pactó rodar con ellos y llegó a coger cariño a los personajes". "Su sueño era que la 18 y la Salvatrucha -la otra gran 'mara' salvadoreña- hicieran un acuerdo de paz", Sin embargo, el horror que Poveda mostraba en su película se volvió contra él. "Christian murió como mueren los personajes en su película. Al volver Christian al país centroamericano, "el poder en la 'mara' había cambiado y la gente con la que había pactado ya no estaba".

Los"maras" -que también protagonizan este año la película "Sin nombre"- son un "producto muy exportable" y cada vez más cercano a países como España, donde actúan otras pandillas latinoamericanas como los "ñetas". "

Poveda explicó que el largometraje, filmado comenzó a rodarse ante la pregunta "¿por qué un niño de 12 años se convierte en un asesino?".Desde el principio de su vida marginados por su propia familia". los pandilleros "suelen ser hijos de madres solteras, huérfanos o hijos de padres que emigran a Estados Unidos, y vagan solos por la calle desde los 5 años". "A los 12 años, acaban integrándose en una pandilla, uno de cuyos principios es aprender a matar", Estos jóvenes tienen solo dos salidas de las pandillas: "integrarse en una iglesia evangelista, que supone salir de una locura para entra en otra, o separándose por problemas familiares, con la condición siempre de que deben volverse miembros activos si el grupo lo requiere".

Tal y como señaló Smith, es uno de los responsables de un programa que pretende atajar en parte este problema en Perú, generalmente cuando estos jóvenes son detenidos pueden ocurrir dos cosas: que la pandilla pague su puesta en libertad a policías corruptos o que, incluso con delitos menores, acaben internados con otros pandilleros en cárceles que se convierten para ellos en "escuelitas del crimen".

Smith y su equipo apuestan por una tercera vía: la justicia juvenil restaurativa, que pretende salvar a los niños más jóvenes a través de la educación y de la potenciación de lo mejor de sí mismos, a través de actividades como el deporte o el baile.Poveda ha dejado un testimonio. Ahora nos toca a todos juzgarlo para bien o para mal.



Lourdes Durán

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